Las nuevas tecnologías no solo han cambiado nuestra sociedad, sino que la cambian constantemente.
No nos acordamos, pero no hace mucho tiempo viajábamos en el autobús leyendo un libro, escuchando música en un walkman o simplemente observando la lluvia por la ventana. Y además, envidiábamos a los más afortunados que iban charlando si viajaban en compañía.
Esta imagen ha cambiado, aunque seguimos leyendo, ahora lo hacemos con dispositivos digitales, que te permiten llevar miles de libros, revistas, artículos, etc. encima; la música la escuchamos seguramente desde el mismo aparato en el que leemos, y sin necesidad de llevar un bolso cargado de cd´s o casettes; y eso si, ahora todos vamos charlando aunque no llevemos compañía. Las aplicaciones de mensajería instantánea y las redes sociales nos acercan a la familia, amigos, compañeros, o incluso a desconocidos con los que entablar conversaciones y compartir información en cualquier lugar y momento, incluso en movilidad.
Las nuevas tecnologías nos ofrecen hoy un acceso a la información y a la comunicación que tan solo hace 20 años eran impensables. Sin ir más lejos, Facebook, creada en 2004, no lanzó sus versiones en alemán, francés y español hasta 2007. ¿Y Google? El gran hermano que todo lo sabe y sin el cual no sabríamos ya vivir fue creado en 1998. ¿Y Whatsapp? ¡Whatsapp lanzó su primera versión en 2010! Vamos como quien dice en términos históricos AYER.
Es impresionante la velocidad a la que ahora adoptamos nuevas formas de comunicarnos y acceder a la información, información que en estos momentos recibimos en volúmenes brutales. Hablamos de megas, gigas y teras con una soltura pasmosa. Curioso, antes de ayer no sabíamos que era un mega.
Compartimos fotos, videos, leemos artículos de revistas, la wiki, blogs especializados, speechs de youtubers,… y un sinfín de contenidos y formatos que bombardean nuestro cerebro con gigas de información. Pero, honestamente, ¿es nuestro cerebro capaz de absorber, procesar y entender tanta información y de fuentes tan diversas? Sí, está claro que sí. El cerebro humano tiene una capacidad ilimitada si dispone de un buen entrenamiento, aunque también posee una autodefensa natural. ¿Cuál es? Muy sencilla, la pregunta ¿me interesa o no me interesa? ¿Me interesa? Entonces tomo la información y la almaceno. ¿No me interesa? La dejo correr y ¡qué la almacene otro! Como nos pasa con los sistemas físicos, las cosas que no nos gustan, son viejas o no nos interesan van al punto limpio.
La diferenciación y la relevancia son la clave.
Así, que ahora que vivimos en el mundo de la información constante, nos encontramos con un individuo saturado de información. Un individuo que sabe lo que quiere y lo que le gusta. Y que por lo tanto selecciona, a veces consciente, y otras inconscientemente.
El ciudadano de la sociedad digitalizada ha levantado su propia defensa mental ante este tsunami de información que la conexión permanente ha propiciado. Menuda paradoja, ahora que es facilísimo acceder a las personas, es más difícil que nunca llamar su atención, que te escuchen y que te “compren”.
Pero no seamos tremendistas, es verdad que es difícil hacerse escuchar en estos tiempos, y más que nunca ahora es necesaria una diferenciación y una relevancia en el mensaje y en el vehículo empleado para transmitirlo, sin embargo, los mismos avances que saturan de información nuestro ecosistema nos permiten a su vez, recoger todo tipo de datos y metadatos sobre los usuarios de los dispositivos digitales. Ahora conocemos “casi todo” de los individuos que componen nuestra sociedad: qué edad tienen, sexo, donde viven, que deportes practican, si estudian o trabajan, que dispositivo móvil tienen, que periódico leen y a qué hora, si compran en Carrefour o en Dia,…. ¡Todo!
¿Y para qué nos sirven todos esos datos? Pues para elaborar información útil sobre las personas, clientes o potenciales clientes de nuestro negocio. Información que nos permitirá crear la diferenciación y el mensaje que realmente es relevante para él, aquel que provocará la reacción necesaria en su cerebro y que le hará decidir: ¡Sí, esto me interesa!, ¡Sí, esto me gusta!, ¡Sí, esto lo escucho! ¡Sí, merece la pena almacenar esto en mi cerebro!.
El diálogo nos permite establecer vínculos duraderos.
Pero la competencia es brutal y ya no basta con identificar los intereses de nuestros clientes y ofrecerles aquello que pensamos será de su interés, y conseguir así una venta. Ahora se trata de seducir y enamorar, y entrar así a formar parte de la propia vida del consumidor o cliente. De esta forma tendremos un cliente amigo, con él que caminar de la mano y que nos recomendará a su círculo más íntimo de familiares, amigos y conocidos, creando una comunidad que se beneficiará de esta estrecha relación.
El marketing (o el arte de la seducción actual) se ocupa de los cuatro factores clave para el éxito de cualquier negocio: la identificación del consumidor, el conocimiento de sus intereses, la creación de una propuesta de valor diferencial y el vínculo emocional que creemos con él. Y también ahora, otra vez más, la digitalización de la sociedad, nos facilitará enormemente el desarrollo de todas las actividades relacionadas con los cuatro factores clave del marketing. Y aportará además algo inexistente hasta hace bien poco tiempo, ¡el diálogo!. La sociedad digital es sobre todo social, habla y comparte, y el mundo de las marcas no es ajeno a este fenómeno.
Las marcas (los negocios) deben dialogar con sus clientes, preocuparse por saber quiénes son, qué les interesa y qué podemos hacer por ellos. Y también conocer qué opinan de nosotros (las marcas), de nuestros productos y nuestros valores como empresa. Qué les gusta de nosotros y qué no, para poder mejorar juntos y caminar de la mano.
Las nuevas tecnologías ponen a disposición de la empresa actual herramientas y técnicas que estrecharán el vínculo entre marca y cliente hasta unos límites impensables. Y no me refiero únicamente a los soportes actuales conocidos por todos: web, app, perfiles en redes sociales, gamificación, etc. También hablo de Inteligencia Artificial, Bots, Realidad Aumentada,… y sobre todo BigData o el conocimiento profundo del consumidor/cliente.
El equipo de Marzo tiene 20 años de experiencia en el desarrollo de proyectos de marketing y publicidad en el joven y apasionante ecosistema digital. Ha trabajado para las empresas y productos más relevantes del panorama nacional e internacional y su misión es: compartir el conocimiento adquirido con pequeñas y medianas empresas que quieran tomar ventaja de la digitalización de la sociedad para fomentar el desarrollo y crecimiento sostenible de sus negocios.